jueves, mayo 15, 2008

PARA UN MUNDO MAS JUSTO 2008


Mundo digital, mundo machista


La socióloga Judy Wajcman explica por qué la mujer juega un rol pasivo en la tecnología



VICENTE F. DE BOBADILLA

Inmersa como está la humanidad en una revolución digital, pocos se han parado a pensar en el papel que la mujer juega en todo ello. Judy Wajcman sí lo ha hecho. Esta socióloga australiana, catedrática de la Universidad Nacional de Australia y profesora del Instituto de Internet de Oxford y de la London School of Economics, lleva toda su vida examinando la relación de la mujer con las tecnologías de la información y la comunicación. Y las conclusiones a las que llega son claras: "La tecnología sigue estando dominada por los hombres", una afirmación que ya hizo en su libro Tecnofeminismo.

Wajcman ha estado en Madrid invitada por la Fundación Telefónica para dar una conferencia sobre Género y culturas de la tecnología y del trabajo: continuidad y cambio. Tras este académico título se esconde la gran brecha entre géneros que impera en el mundo tecnológico. Una brecha que Wajcman se apresura a precisar: no todos los aspectos de la revolución digital han marginado a la mujer.

"Algunos han sido muy liberadores e interesantes y otros, no tanto. En lo que se refiere al uso y el consumo de la tecnología, la brecha entre géneros se ha reducido mucho. Los hombres fueron los primeros en adoptar Internet o los móviles, pero entre los jóvenes de hoy su uso es el mismo entre chicos y chicas", asegura.

Dominación masculina

Pero, cuando se pasa al otro lado de la barrera, las cosas cambian. "Si vemos las cifras sobre el número de graduadas en informática o en ingeniería, hay una gran brecha entre hombres y mujeres. Las mujeres deberían estar más implicadas en la fabricación de la tecnología, no sólo en su consumo". De momento, esa implicación parece difícil, pues la dominación masculina está estadísticamente clara desde la universidad a la empresa.

"Los campos del desarrollo de alta tecnología siguen estando muy dominados por los hombres. Y eso me preocupa, porque quizá los productos que salgan de ahí reflejen esa diferencia. Porque creo que lo que se diseña, ya sea en ingeniería o en informática, refleja en buena parte la experiencia de la gente, así que si sólo tienes una parte de la sociedad fabricando cosas, sólo se harán determinado tipo de cosas", explica.

Es difícil encontrar una razón para esta desigualdad; la mujer ha accedido a todos los campos académicos y profesionales. Como reconoce Wajcman, "nunca hemos tenido una época en que la mitad de los graduados universitarios fueran mujeres". En terrenos como el derecho, la medicina o las ciencias biológicas, los papeles de ambos sexos están prácticamente igualados. Pero el mundo digital se sigue resistiendo, y las causas pueden ser más culturales que meramente académicas.

El problema no deja de ser paradójico; campos profesionales que no existían hace unos años presentan más obstáculos que otras especialidades con más historia y tradición. Pero es así y, aunque hay un creciente número de mujeres interesadas por las carreras tecnológicas, una vez entran en la Facultad, encuentran muy difícil sobrevivir. "Dicen que no se sienten bien tratadas, es incómodo, no les interesa. El porcentaje de abandono es muy elevado. Y creo que eso tiene mucho que ver con la cultura que rodea este tipo de cosas".

Un ambiente que compara con la preparación para diversos puestos laborales: "En los cursos de liderazgo, donde enseñan a la gente a ser altos directivos, hay un porcentaje muy reducido de mujeres. Y también es un ambiente muy áspero y competitivo... quiero decir, algunas mujeres sobreviven a ello, pero no sé por qué hay que fomentar esa cultura", explica Wajcman.

Aún así, opina que el mercado está lleno de oportunidades para las mujeres preparadas, pero con condiciones que no son únicamente tecnológicas: es la vieja confrontación entre trabajo y vida familiar, donde la mujer sigue teniendo mas dificultades que el hombre. "Si están dispuestas a vivir como los hombres, y no tener hijos, entonces sí tienen muchas oportunidades, más que nunca las han tenido", afirma. "Lo que ocurre es que también nos gustaría al mismo tiempo criar familias y tener una vida decente, en vez de trabajar noche y día".

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